Despedida del Superior General
El sábado 11 de agosto, se escuchó un repique de campanas a mitad de mañana… Su sonido no estaba previsto ni era habitual. El P. Pagliarani había llegado del Capítulo... El Padre saludó uno por uno a la comunidad, y luego agradeció por las oraciones y por la bienvenida.
Luego, en medio de la ronda de espectadores, el Superior General dijo al P. Calderón con cierto tono picaresco:
- Usted, Padre, ya está acostumbrado a ver tantos cambios de directores.
A lo que el P. Calderón respondió:
- Sí, pero que nuestro director se convierta en el Superior General, nunca lo vi.
Y es verdad. Es algo que marcó la historia de este seminario.
Se escucha a menudo que las crónicas de este seminario son cortas y poco interesantes. Mas he aquí un acontecimiento que vale más que cualquier campana que se pueda comprar. Esta casa madre engendró, en cierto sentido, al nuevo superior General.
Luego, el domingo 19, se festejó la despedida del P. Pagliarani. La santa Misa se llevó a cabo con especial solemnidad, pues eran momentos donde la tristeza de ver al hijo mayor que partía de esta casa madre se mesclaba con la alegría de ver a un hijo cumpliendo la voluntad de Dios. En la homilía se refirió especialmente a los padres y seminaristas manifestándoles su preocupación: «El desaliento, que tarde o temprano nos va a atacar. Pero cuando llegue el momento no se olviden que este seminario tiene a la Virgen Corredentora como patrona. Ella siguió a nuestro Señor cuando todos lo dejan porque lo ama. Ella acepta la voluntad de Dios y no pierde la paz. Poco debe importarnos el fracaso exterior, lo que realmente importa es que el sacerdote haga vivir en los demás a nuestro Señor Jesucristo». Luego agradeció a la providencia por traerlo aquí, lugar donde le fue fácil poner el corazón. Por último, pidió oraciones por la Fraternidad, para que en todas las casas se viva la alegría y caridad como se vive en este seminario.
Al terminar la Misa se hizo un almuerzo con los fieles en el comedor. Los Padres dijeron unas palabras de despedida en nombre del seminario tan «agradecido con el mayordomo que supo entregar a tiempo la ración de trigo que correspondía a cada uno», palabras del P. Mönckeberg. Para finalizar el P. Pagliarani agradeció por las oraciones y dio su bendición.