Plan de Estudios de Filosofía

El fin principal del estudio de la Filosofía en el seminario es el de despertar y formar la razón para colocarla al servicio de la fe en el estudio de la Teología.

Filosofía significa, etimológicamente, amor a la sabiduría y supone todo un programa con algo de profecía. Hubo en la antigüedad quienes se llamaron sabios (sofós), pero Pitágoras, más sabio que todos ellos, se denominó filósofo, esto es, amante de la sabiduría, queriendo decir con esto que estaba en los hombres desearla pero no alcanzarla. De hecho la reflexión de los griegos alcanzó a despertar un deseo de saber que sólo la Revelación cristiana pudo satisfacer. Y no por otro motivo se estudia Filosofía en el Seminario: para despertar la razón y ponerla con alegría al servicio de la fe.

Con el término Filosofía se designa el conjunto de las más altas ciencias humanas, tal como pueden alcanzarse a la luz de la razón natural. Los cursos de Filosofía comienzan con la Lógica, que es el arte de pensar científicamente; progresan con la Física o Filosofía de la naturaleza y con la Psicología o Filosofía del hombre; culminan con la Metafísica o Filosofía del ser. A estos cursos se agrega la Ética o Filosofía del obrar humano, tanto individual como social.

En el Seminario se dedican dos años intensos al estudio de estas materias. No se pretende, evidentemente, formar filósofos: ni se puede, ni conviene. El fin primario es formar la razón en su ejercicio propio para ponerla al servicio de la fe en la Teología. Y el fin secundario es saber distinguir el orden natural puramente humano, no para absolutizarlo, tampoco para negarlo, sino para subordinarlo al orden sobrenatural cristiano. Hoy es cada vez más importante, porque el pensamiento moderno, en aras de liberarse de la obediencia a Dios: «¡No serviré!» (Jeremías 2, 20), no sólo ha abandonado la fe cristiana, sino que ha renunciado a la razón natural, hundiéndose en el subjetivismo.

Filosofía Aristotélico-Tomista

En nuestro Seminario se estudia filosofía aristotélico-tomista. Quienes han cursado estudios de filosofía a nivel secundario y universitario en otros institutos, generalmente no registran el enorme provecho que se obtiene con un poco de dicha disciplina, porque en todas partes se tiende a enseñar una visión pluralista de diversos sistemas filosóficos contradictorios, oscureciendo el espíritu en lugar de esclarecerlo, y tentando de escepticismo.

Hay muchas maneras de pensar mal, y lo peor que puede pasar es que se hagan sistema, pero hay una sola de pensar bien. La verdad se halla por la adecuación del intelecto a la realidad, y así como la realidad tiene una única manera de ser, así también el intelecto tiene una única manera de adecuarse. Y es la que enseñó Aristóteles y perfeccionó Santo Tomás.

Filosofía perenne

Frente al intento modernista de hacer teología con las ideologías modernas, Pío XII destacó con autoridad y firmeza la importancia de la Filosofía aristotélico-tomista, en su solemne encíclica Humani Generis, donde dice:                                                                                                             

Todos conocen bien cuánto estima la Iglesia el valor de la humana razón, cuyo oficio es demostrar con certeza la existencia de un solo Dios personal, comprobar invenciblemente los fundamentos de la misma fe cristiana por medio de sus notas divinas, establecer claramente la ley impresa por el Creador en las almas de los hombres y, por fin, alcanzar algún conocimiento, siquiera limitado, aunque muy fructuoso, de los misterios.

Pero este oficio sólo será cumplido bien y seguramente, cuando la razón esté convenientemente cultivada, es decir, si hubiere sido nutrida con aquella sana filosofía, que es como un patrimonio heredado de las precedentes generaciones cristianas, y que, por consiguiente, goza de una mayor autoridad, porque el mismo Magisterio de la Iglesia ha utilizado sus principios y sus principales asertos, manifestados y precisados lentamente, a través de los tiempos, por hombres de gran talento, para comprobar la misma divina revelación. Y esta filosofía, confirmada y comúnmente aceptada por la Iglesia, defiende el verdadero y genuino valor del conocimiento humano, los inconcusos principios metafísicos – a saber: los de razón suficiente, causalidad y finalidad – y, finalmente sostiene que se puede llegar a la verdad cierta e inmutable.

[…] Considerando bien todo lo ya expuesto más arriba, fácilmente se comprenderá porqué la Iglesia exige que los futuros sacerdotes sean instruidos en las disciplinas filosóficas según el método, la doctrina y los principios del Doctor Angélico, pues por la experiencia de muchos siglos sabemos ya bien que el método del Aquinatense se distingue por una singular excelencia, tanto para formar a los alumnos como para investigar la verdad, y que, además, su doctrina está en armonía con la divina revelación y es muy eficaz así para salvaguardar los fundamentos de la fe como para recoger útil y seguramente los frutos de un sano progreso." (Pío XII, Encíclica Humani Generis)

Las materias estudiadas

En el Seminario se dedican los años 2º y 3º al estudio de la Filosofía, y se lo hace de manera cíclica, reuniendo los alumnos de ambos años en un único curso. El ciclo de estudio comprende los siguientes cursos:

  • Año A: Lógica I, Física general, Psicología
  • Año B: Lógica II, Metafísica, Ética

El recurso del ciclo tiene su inconveniente, pues los que comienzan con el año B no siguen el ordo disciplinae escolástico, que aconseja estudiar primero la Lógica, luego la Física y Psicología, y finalmente la Metafísica y la Ética. Pero el inconveniente es mínimo, porque en dos años sólo se estudia una introducción a dichas materias, y no dependen tanto que no puedan iniciarse los alumnos en cada una sin mayores preámbulos. La experiencia confirma que, terminado el ciclo, están suficientemente armados para acceder a la Suma Teológica con fruto.

Lógica

En ese curso se muestra que una Filosofía y una Teología perfectas son imposibles sin una alta perfección del arte de pensar.

En la exposición se sigue el orden del Órganon aristotélico, sin incorporar la división escolástica tardía entre Lógica forma y material. Se quiere que el curso de Lógica no sirva solamente para ordenar la manera de pensar, sino también para abrir la mente a los problemas filosóficos. Cf. la Introducción a la Lógica de los «Umbrales de la Filosofía». 

Un alumno despierto puede iniciarse en la Metafísica sin haber estudiado Lógica, gracias a la lógica natural de la inteligencia. Pero las inteligencias de nuestros jóvenes vienen cada vez menos despiertas, porque la escuela moderna no sólo no las forma, sino que tiende a corromper el rigor de sus reglas. De allí que la importancia del curso de Lógica crezca cada vez más. 

Física general

La Física general es la primera de las ciencias que pertenecen a la Filosofía de la naturaleza. Tiene importancia fundamental, porque la realidad natural se ofrece inmediatamente a nuestra experiencia sensible, y el alumno puede tocar los principios filosóficos – materia y forma – que nos permiten explicar la naturaleza de las cosas. Es un escalón indispensable para que los principios aún más universales de la Metafísica y de la Teología no parezcan al seminarista como caídos de un extraño mundo de ideas.

Una finalidad secundaria del curso de Física es mostrar cuánto ganaría la Física matemática de nuestros días si se fundara en el único método de la verdadera ciencia. Porque aceptamos el reto de la nueva Física, sosteniendo la excelencia de la Física aristotélica, sin huir distinguiendo indebidamente entre filosofía y ciencia, como después de Maritain se ha hecho común entre los tomistas recientes. (Cf. la Introducción a la Física de los «Umbrales de la Filosofía».)

Psicología

Es la parte de la Filosofía que estudia al hombre: su esencia (alma y cuerpo) y sus facultades (inteligencia, voluntad, sentidos y apetitos sensibles).

Para ello se sigue a Santo Tomás en su comentario al Libro “De Ánima” de Aristóteles y en algunas cuestiones de la Primera Parte de la Suma Teológica. Esta materia proporciona al seminarista parte del fundamento racional necesario para enfrentar luego el estudio de la Teología Moral.

Metafísica

El curso pone el acento en tres aspectos:

  • primero, el análisis o resolución de las causas universales, que tiene dos procesos: el análisis intrínseco que termina en la distinción fundamental de esencia y acto de ser, y la elevación a la Causa primera por las cinco vías tomistas;
  • segundo, el ejercicio de universalización analógica, con la consideración de los llamados «trascendentales»: el ente, la unidad, la verdad y la bondad;
  • tercero, el estudio de la gnoseología o consideración metafísica del conocimiento, saliendo al paso de los errores modernos. Cf. la Introducción a la Metafísica de los «Umbrales de la Filosofía».

El curso no se divide – como ciertos tratados tomistas de intención – en Ontología y Teología, porque la Metafísica es Teología, pues la causa eficiente, ejemplar y final del ente en cuanto tal (sujeto de la Metafísica) no es otra que Dios. Pero tampoco se hace una exposición completa de la ciencia racional de Dios, pues se la tiene mucho más perfecta en los cursos de Teología revelada.

La Metafísica exige del alumno una capacidad de generalización analógica que una mente joven no está en condiciones de alcanzar, pues se hace indispensable la maduración de la experiencia sapiencial. Si Santo Tomás era maestro a los 25 años, fue porque a los 9 ya se preguntaba: Quid est Deus? Pero la sabiduría no se alcanza de repente, y aquí comienzan los seminaristas a intentarlo. 

Ética

Es la parte de la Filosofía que estudia los actos humanos en cuanto tales, es decir, en cuanto proceden de la voluntad iluminada por la inteligencia con una finalidad determinada. La materia está dividida en dos grandes partes: Ética individual (el hombre) y Ética social (el hombre y la sociedad).

Para este estudio se sigue el comentario de Santo Tomás a la Ética a Nicómaco de Aristóteles, así como tratados de autores tomistas sobre el tema. Esta materia completa el fundamento racional de la Teología Moral.

Apologética

En un ciclo de dos años estudiamos la Iglesia, pero cada año por un enfoque distinto:

  • el curso de Revelatione considera la Iglesia por la razón, es el estudio de la apologética, el estudio de los argumentos de credibilidad.
  • el curso de Ecclesia, ya consideramos la Iglesia a la luz de la fe, haciendo ya un trabajo propiamente teológico.

Sagrada Escritura

La Sagrada Escritura se estudia en todos los años del seminario. El curso empieza con un año de introducción general en Espiritualidad y se desarrolla después en un ciclo de 5 años, durante la Filosofía y la Teología. En los siguientes párrafos, Pío XII nos explica la importancia de esta disciplina en la vida del seminarista:                                                                                                                                   

Los sacerdotes, obligados por oficio a procurar la salud eterna de las almas, después de recorrer ellos mismos con diligente estudio las sagradas páginas, después de hacerlas suyas por la oración y la meditación, deben exponer celosamente al pueblo estas soberanas riquezas de la divina palabra en sermones, homilías y exhortaciones.

Pero a nadie se le oculta que todo esto no pueden hacerlo bien los sacerdotes, si ellos antes, durante su permanencia en el seminario, no han bebido este activo y perenne amor a la Sagrada Escritura. Por tanto, los profesores de Sagrada Escritura den en los seminarios toda la enseñanza bíblica, de tal manera, que armen a los jóvenes con el conocimiento y el amor de las Divinas Letras; que sea fomento de verdadera doctrina y de piedad sólida; y con tal fervor que sus alumnos lleguen a experimentar en cierto modo lo mismo que los discípulos de Emaús: “¿No ardía, en verdad, nuestro corazón en nosotros mientras nos explicaba las Escrituras?” (Luc. 24, 32)

Si en verdad llegaren los profesores de esta gravísima disciplina a conseguir esto en los seminarios, con santa alegría tengan la persuasión de haber contribuido grandemente a la salud de las almas, al adelantamiento de la causa católica, al honor y gloria de Dios, cumpliendo con ello una labor íntimamente unida a los deberes del apostolado.”

Papa Pío XII, Extractos de la Encíclica Divino Afflante Spiritu

Historia de la Iglesia

La Historia de la Iglesia es la Historia de un combate entre dos “ciudades”:                                                                                               

De un lado, la ciudad de Dios, tal como la hace Jesús: santa, inmaculada, invencible, destinada a ser configurada a Él por la cruz y por la caridad: destinada a cargar la cruz mientras dure su peregrinación en la tierra, pero asegurada igualmente de la victoria infalible por la cruz. De otro lado, el enemigo irreducible hasta el fin del mundo, la ciudad del diablo que, con sus falsas doctrinas y prestigios innumerables, se obstina contra la ciudad de Dios, pero sus tentativas terminan siempre en fracasos." P. Calmel, Teología de la Historia

Mons. Lefebvre decía que “tenemos afortunadamente 2000 años de cristianismo”. En efecto, mirando a la acción de la Iglesia a lo largo de los siglos, sabemos que debemos hacer hoy: guardar el catecismo, la doctrina perenne y rechazar los errores. El conocimiento de la Historia de la Iglesia se torna de esa manera indispensable para el sacerdote.

En un ciclo de cuatro años, se estudia la Historia de modo cronológico desde Nuestro Señor Jesucristo hasta nuestros tiempos, mirando de modo especial como Cristo es su verdadero centro y culmen. Los temas estudiados se dividen de la siguiente manera:

  • Primer Año: De Nuestro Señor al III Concilio de Constantinopla (681 d.C).
  • Segundo Año: Del Concilio a la Revolución Protestante (1517 d.C)
  • Tercer Año: Del Protestantismo a la Revolución Francesa (1789 d.C)
  • Cuarto Año: De la Revolución a la Actualidad.

Patrología

Como la Edad Patrística es estudiada en el primer año del ciclo de Historia, el curso de Patrología se dedica al estudio de los escritores eclesiásticos de los siglos IV y V, que lucharon contra las herejías y recibieron los títulos de Doctores y Padres de la Iglesia.

Ellos son también llamados Padres dogmáticos, para distinguirlos de los Padres apologetas de la época precedente, y de los primeros, llamados Padres apostólicos, que conocieron a los Apóstoles y los sucedieron. Su obra capital consiste en analizar la doctrina de la Iglesia en cada uno de sus elementos, en exponerla con conceptos pensados y, más aún, en defenderla con precisión contra los herejes que la deformaban.

Este curso sobre los Padres dogmáticos se desarrolla a partir del estudio preferencial del más grande de entre ellos, San Agustín, y la materia consta así de un ciclo de 2 años dividido del siguiente modo:

  • 1º año: Vida y obras de San Agustín.
  • 2º año: Teología de San Agustín.

Latín

Esta materia consta de un ciclo de 4 años, saber:

  • 1º año: estudio de la gramática latina, sobre todo en morfología: declinaciones, conjugaciones; primeras nociones de sintaxis; vocabulario; nociones de historia de Roma.
  • 2º año: estudio detallado de la sintaxis.
  • 3º año: lectura de textos e iniciación a latín cristiano: Imitación de Cristo - Concordia de los Evangelios
  • 4º año: lectura de textos e iniciación a latín cristiano: Suma teológica - Breviario romano.