Vida de San Pío X

José Sarto, más conocido con el nombre de Papa San Pío X, nació el día 2 de junio de 1835 en Riese, Italia, pequeña aldea de 4500 habitantes. Sus padres, Juan Bautista Sarto y Margarita Sansón, habían contraído matrimonio dos años antes en la misma iglesia parroquial donde fue bautizado José al día siguiente de su nacimiento.

Infancia y juventud

Juan Bautista ejercía el oficio de ordenanza municipal, mientras que Margarita se dedicaba a la costura. Tuvieron diez hijos, siendo José el segundo de ellos. La familia Sarto era numerosa y modesta. Margarita, esposa y madre ejemplar, procuraba inculcar a sus hijos las virtudes cristianas que ella misma había heredado de sus padres.

José iba frecuentemente a rezar al santuario de Cendrole, a 1 km de Riese, porque ya desde muy niño sentía una devoción muy especial por la Santísima Virgen. Le encantaba ayudar a Misa y en casa levantar altarcitos para practicar las ceremonias de la Iglesia. Aquellos actos de devoción iban plantando en su corazón los primeros gérmenes de la vocación.

Su gusto por el catecismo y la Misa no dejó de llamar la atención de Don Fusarini, el párroco que lo había bautizado. Luego de estudios elementales, ingresó como alumno externo (1846-1850) al colegio de Castelfranco (a 7 km de Riese) para sus estudios secundarios. Mientras tanto, recibió la Confirmación el 1 de diciembre de 1845 en la catedral de Asolo, y la primera Comunión en su parroquia el 6 de abril de 1847. Tanto en verano como en invierno recorría a pie dos veces al día el camino que iba desde su casa hasta el colegio, con un pedazo de pan en el bolsillo para la comida.

El Seminario

Era un alumno excelente y siempre fue el primero. Cuando quiso entrar al Seminario, resultó que sus padres no podían asumir aquellos gastos. No obstante, rezaron implorando la divina Providencia, que vino a consolar a la familia: el Patriarca de Venecia contaba con varias becas de estudios para el seminario de Padua en favor de los jóvenes que deseaban aspirar al sacerdocio. Cuando el cardenal Jacopo Monico, originario de Riese, fue informado sobre el caso difícil de la familia Sarto, éste le concedió con mucho gusto una de aquellas becas.

José Sarto ingresó al seminario en otoño de 1850 y allí permaneció ocho años. Pronto se convirtió en un modelo de humildad y de sencillez para sus compañeros. Maestros y alumnos apreciaban su inteligencia, pero José no se envanecía con ello.

No obstante, el 4 de mayo de 1852 la muerte de su padre puso de golpe a la familia en una situación económica muy dramática. En aquella dolorosa circunstancia, el arcipreste Don Fusarini se convirtió en su ángel consolador, pues le aseguró a su padre moribundo que seguiría ayudando a su hijo José en los estudios. El seminarista se entregó en las manos de Dios y al final del año escolar 1857-58, José Sarto concluyó sus estudios.