Hermanos

Los hermanos tienen varios años de formación religiosa y profesional para desempeñar con perfección sus deberes de la vida contemplativa y activa.

En el Seminario Nuestra Señora Corredentora, se encuentra el Noviciado de los Hermanos de la Fraternidad San Pío X en América Latina.

El alma del hermano es un alma deseosa de consagrar su vida de modo especial a Dios. Íntimamente ligada al Santo Sacrificio de la Misa, la vocación religiosa es un magnífico don de Dios.

Ángel guardián de la comunidad

Por los votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia, el hermano abandona todas las cosas para abrazar una vida cuyo solo propósito es el de unirse a Nuestro Señor. Sea cual sea su función temporal, el hermano es principalmente un alma consagrada y, en palabras de Monseñor Lefebvre, debe ser "el ángel guardián de la comunidad", manifestando siempre su espíritu profundamente religioso por su silencio, su unión con Dios, su caridad fraterna y su celo en el servicio de los demás sin jamás ser negligente en el servicio de Dios.

Los hermanos, al consagrase a Dios en la vida religiosa, tienen como primer objetivo la gloria de Dios, su propia santificación y la salvación de las almas. Como todas sus vidas y acciones fueron ofrecidas a Dios por Nuestro Señor, especialmente en el altar, ellos deben buscar comprender por sus oraciones y meditaciones, esta vida profundamente sobrenatural. Deben encontrar en esta convicción y en esta realidad, más celestial que terrena, su alegría incambiable, su consolación incesante, su perene serenidad. Deben evitar buscar otros caminos para su deseo de perfección.

Actividad temporal

Monseñor Lefebvre fundó a la Fraternidad San Pío X principalmente para asegurar la continuación del sacerdocio católico en estos tiempos modernos tan atribulados. Los hermanos de la FSSPX deben por lo tanto auxiliar a los Sacerdotes en sus tareas, facilitándoles su labor apostólica.

También en el Seminario, los hermanos ayudan con varias actividades a la manutención de la casa y facilitan la obra de formación sacerdotal. Su benéfica influencia va más allá de sus incesantes oraciones, y se hacen pilares indispensables de nuestras comunidades también por su vida activa. Los hermanos ayudan en el canto y en el órgano, en la cocina, se encargan de las colmenas y del corral, de los trabajos eléctricos y de la pintura y se turnan cada año en los distintos departamentos de trabajo para ser capaces de ejercer todas las tareas materiales útiles a la comunidad.