Plan de estudios
"Si invocas a la inteligencia y a voces llamas a la prudencia; si la buscas como se busca la plata, cual si excavaras un tesoro, entonces tendrás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios" (Prov. 2, 3-5)
Aquellos que fueron investidos con el sacerdocio reciben el nombre de presbíteros, palabra que en griego significa ancianos. Esa palabra muestra cuales deben ser el conocimiento, la prudencia y la gravedad de su vida.
Además de la formación de la inteligencia para ese conocimiento sobrenatural, la voluntad del joven seminarista se educa y fortalece mediante la vida de comunidad, que no es más que una vida de fe y de caridad.
En la Fraternidad San Pío X, el plan de estudios se divide en seis años de formación, iniciados por el año de Espiritualidad. Tras haber acrecentado su vida interior durante el año de Espiritualidad, el seminarista se entrega durante dos años al estudio de la filosofía. Luego, siguen tres años orientados a construir la sabiduría cristiana mediante la teología.
Monseñor Lefebvre invita a los seminaristas a sintetizar sus estudios a través de una mirada contemplativa a Nuestro Señor y al santo sacrificio de la misa, y a dar a Nuestro Señor todo el lugar que merece en su vida, imitando sus virtudes.
Año de Espiritualidad
En las órdenes religiosas siempre ha habido un noviciado, mientras que en los seminarios, por lo general, la formación espiritual se impartía sólo a través de las conferencias espirituales de la tarde. Eso era poco, sobre todo en nuestros tiempos modernos, en que los jóvenes ya no reciben un mínimo de formación espiritual en sus estudios secundarios.
Por eso, nuestro Fundador juzgó necesario cubrir esa laguna mediante un primer año de estudio y reflexión sobre lo que es realmente la vida interior, la vida de perfección y la vida de santidad.
Los estudios en los seminarios de la Fraternidad comienzan con un primer año, llamado de Espiritualidad, durante el cual el aspirante aprende los principios de la vida interior, la vida de unión con Dios y los fundamentos del combate espiritual que implica. Este año, hecho concienzudamente, debe repercutir en todos los años siguientes e incluso en la vida del futuro sacerdote.
La influencia de este año se hace notar durante todo el seminario. En los estudios de filosofía, de teología y de todas las demás disciplinas, se encuentra abundante materia para poner en práctica todas las fuentes de la vida espiritual. La filosofía y la teología son ciencias maravillosas que han de conducir a la contemplación, a la alabanza de Dios y a la humildad."
Monseñor Marcel Lefebvre, Extractos de "La Santidad Sacerdotal", Libro 1º, Parte 1ª, Capítulo 2
Filosofía
Tras haber acrecentado su vida interior durante el año de Espiritualidad, el seminarista se entrega durante dos años al estudio de la filosofía.
Toda la filosofía canta la gloria de Nuestro Señor Jesucristo, que ha creado las cosas de este mundo. La filosofía no es sino el descubrimiento de las maravillas que Dios ha hecho en este mundo, en el mundo material, en el mundo espiritual y en el mundo celestial, pues la cima de la filosofía es la teodicea, es decir, el estudio de Dios y de todos sus maravillosos atributos. La teodicea nos hace conocer al Creador, el que es por sí mismo, mientras que nosotros no somos nada sino por Él.
Hay que estudiar y meditar las verdades de la filosofía a la luz de la fe, pues algunas verdades, incluso naturales, son objeto de fe. Las primeras palabras del Credo son, desde luego, palabras que afirman verdades de la filosofía, y por ello, de la razón natural: “Creo en Dios, Creador del Cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles”. Ahí está, en definitiva, toda la teodicea."
Monseñor Marcel Lefebvre, Extractos de "La Santidad Sacerdotal", Libro 1º, Parte 1ª, Capítulo 2
Conozca mejor el Curso de Filosofía
Teología
Luego, siguen tres años orientados a construir la sabiduría cristiana mediante la teología.
Después de los estudios de la filosofía, la teología nos hace descubrir a la Santísima Trinidad, a Nuestro Señor, la Encarnación, la Redención, la Iglesia y los sacramentos: maravillas todas ellas que deben cautivar al seminarista, y aumentar cada vez más su caridad.
Los seminaristas que reciben la enseñanza tradicional tienen que dar gracias a Dios por haberles concedido hacer sus estudios bajo la égida de Santo Tomás de Aquino, el gran Doctor que ha sido puesto como modelo de ciencia y de sabiduría para todos los que cursan estudios eclesiásticos, sobre todo sabiendo lo que son hoy los estudios en muchos seminarios e incluso universidades católicas…
Tienen pues que aprovechar los años de estudio, pues más tarde, en medio de sus ocupaciones pastorales, ya casi no tendrán la posibilidad de dedicar mucho tiempo a estudiar esos libros.
Podemos decir que todos los estudios del seminario hacen que los seminaristas comprendan mejor a Dios y a Nuestro Señor Jesucristo –que es Dios–, y que comprendan mejor toda la Redención. Toda la teología gira alrededor de Nuestro Señor Jesucristo, de su Misa y de su Cruz. Toda la filosofía es, en cierto modo, el sustrato y pedestal sobre el que se levanta el Sacrificio de la Misa. Todos los estudios están orientados en este sentido. La síntesis de la formación de los seminaristas durante sus años de estudio es el altar y el Sacrificio de la Misa."
Monseñor Marcel Lefebvre, Extractos de "La Santidad Sacerdotal", Libro 1º, Parte 1ª, Capítulo 2